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Carta hacia ti abuela.


El por qué de escribir esta carta no lo sé, pero en mí hay una necesidad de hacerlo, aún tengo recuerdos de cómo te conocí: jugaba con mis hermanos y sonó la manilla de la puerta. Era mi papá y alguien más, ¿quién era? La verdad que en ese momento no lo sabía, pero mi papá me dijo:" es tu abuela", y desde entonces te he llamado abuela; a veces no me gustaba que me hablaras porque me impedías jugar con mis juguetes. Pero, un suceso que pasó se podría decir que nos unión, pero desafortunadamente, no era algo alegre que podíamos decir, porque fui diagnosticado de cáncer. Estuviste conmigo sin que te importara, cuidándome seis meses en el hospital sin ninguna salida, ni a un parque. Era un niño de cinco años, ni sabía el por qué estaba ahí. Cada vez que tocaba la hora de la medicina, me portaba mal porque no me gustaba y me sigue sin gustar el sabor de las medicinas; pero tú hacías todo para que me las tomara y porque era para mi bien, pero en ese instante no lo sabía y por eso me comportaba de ese modo. Vino un doctor a hablar contigo pero no entendí mucho de lo que hablaban porque me estaba despertando en ese momento, pasaron minutos, y vino una enfermera para pasarme o decirme que tenía que cambiar de cama, después empecé a darme cuenta de que tenía que entrar a una sala de cirugía, en donde me dijiste: “no te pasará nada, cuando despiertes estaré a tu lado”. Si mi memoria no me falla empecé a gritarte y a los doctores, porque no quería entrar, aún recuerdo las luces que se encontraban enfrente a mi cara. Los doctores empezaron a decir “respira profundo que dentro de poco despertarás y estarás bien”.  Empecé a oler un olor  con sabor fresa y de ahí caí en sueño. De repente, desperté con un dolor en la espalda, me costaba levantarme.  Después, mi abuela me dijo que estuve durmiendo por tres días, no sé si fue por eso. Pero desde pequeño siempre he pensado mal de las cosas, ya sea de la vida u otras cosas debido a lo que me estaba pasando en ese momento, porque ya no era un niño, no pensaba en juguetes o qué comiquita iba a ver, sino que pasaría si no salía de eso? Y cosas como esas me llenaban la cabeza, pero es gracias a ti, por todas las cosas que me decías sobre la vida para aliviar mis pensamientos; ya sea para convertirme en un niño de nuevo o, despejar mis pensamientos.  Y tus palabras me ayudaron mucho,  porque a veces es malo pensar tantos las cosas, que pueden pasar o no pasar.  La vida es así, tú me has enseñado mucho, acerca de que la vida es un camino que uno debe recorrer y siempre no será lo que uno quiere, pero lo tienes que soportar porque así es la vida.  Nunca te olvides de que la familia siempre estará ahí para ti, sin importar lo que pase, si necesitas algo solamente tienes que hablar. Si escribo todo lo que siento no acabaría nunca. Lo que me queda por decirte es que te amo y te extraño como nunca, abuela.

Tu nieto Carlos Willy Chan.

Esa carta fue escrita desde hace un año. Ya casi se cumplen cuatro años desde tu partida Abuela, quisiera decirte que ya estoy en la universidad, estudiando aquí en Venezuela, como quisiera que estuvieras aquí con la familia y poder compartir contigo. Llevo dos años yendo a Hong Kong y normalmente soy feliz, pero desde entonces, todo ha cambiado, no es como antes. Siempre me recordaré de que cuando viajaba a visitarte tú siempre me estabas esperando en el aeropuerto.  Y, siempre preguntándome de que si tenía hambre o no, como todas las abuelas del mundo, cuidando de sus nietos. Y ahora llego al aeropuerto y no te veo, es diferente.

Hay tantas cosas que extraño de ti abuela: la comida que preparabas, es algo curioso pero casi todas las abuelas saben hacer una excelente comida; caminar contigo; ir al supermercado a hacer mercado y comprar muchas cosas porque están en descuento. Y algo que siempre recordaré de ti es que cuando estábamos comiendo en familia, mi tío no me dejaba agarrar mas comida, porque en mi plato había ya comida y si yo agarraba más mi tío me iba a regañar;  por eso, yo te daba con el dedo en el brazo para que me dieras mas comida en mi plato y gracias a eso mi tío no me regañaba. Tú, abuela, siempre contándome cuentos antes de dormir, no cuentos de que si los tres cochinitos, entre otras cosas, eran como moralejas chinas, donde siempre te decía que entendía, pero la mayoría de las veces no lo entendía. Era un niño ¿qué podía hacer?.

La persona que soy ahora es gracias a ti: lo que soy, cómo pienso, cómo actúo, y todo.

Te extraño, abuela, y por siempre te extrañaré.

Publicado el 03/02/2012
Carlos Chan
Estudiante de la universidad Arturo Michelena, con 19 años edad. Para mi la vida siempre sera un ciclo, donde nacemos, vivimos y morimos, lo que importa es saber vivir la vida, que poco saben lo que es eso.