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Querido Mío


Caracas, febrero 2007.
Querido Mío:

Leyendo una revista dominical, hace algunos años, tropecé con una entrevista que te hacían al promocionar una película que estaba por estrenarse. Entre otras cosas, mencionaba que hablabas español y que habías vivido de niño en Caracas aunque por un corto tiempo. Me llamó la atención que lo que recordabas de la ciudad era el Ávila y el refresco Fanta. Inmediatamente me vi de 6 años vestida con blusa blanca, falda kaki  con tirantes, medias tobilleras, mis botas ortopédicas y con una locha en la mano comprando en la cantina de la escuela una Fanta. Aquella botella de vidrio cuyo cuerpo se formaba de círculos concéntricos me parecía fascinante y creo  que eso me hacía preferirla ante la Grapette que en realidad era más sabrosa. Puede decirse que mi simpatía por ti nació por una botella de Fanta.

No fui a ver aquella película, por la que te hacían la entrevista, pero cuando aparecías en los medios escritos leía con atención todas esas notas, porque yo esperaba compartir de nuevo contigo ese agujerito hacia el pasado. Y aunque la Fanta no volvió a aparecer, así me enteré de tu especial interés por la fotografía, la literatura y el arte, lo cual me encantó.

Un día compré un libro de portada engañosa, pues aparecía el rostro de un detective de los años 40 y resultó ser las aventuras de un soldado del Siglo de Oro Español. El libro me gustó muchísimo y tiempo después leí la noticia de que se llevaría al cine en España. Un flechazo me atravesó cuando supe que tú serías el Capitán  Alatriste. No fue algo fulminante sino mas bien como un venenito que se inoculó en mí y comenzó a hacer efecto poquito a poquito. Quise obtener información sobre la película  en Internet pero no daba con ella y entonces busqué a través de tu nombre. Te confieso que abandoné la investigación rápidamente y sin resultados por la cantidad de páginas creadas por tus admiradores, rebosadas  de un empalagamiento imposible de soportar.

A pocas semanas del estreno de la película en Madrid, cayó en mis manos otro reportaje dominical sobre la filmación, donde director y actores contaban detalles y anécdotas. Despertó mi admiración saber como aceptaste participar en ese proyecto aunque tus agentes americanos no te lo recomendaron. Me fascinó saber como te zambulliste tanto en el personaje que no te bastó con leer todas sus historias sino que te fuiste a recorrer los caminos de España hasta encontrar el posible pueblo natal de Diego Alatriste. Me emocionó saber la generosidad que impregnó tu relación con tus compañeros de rodaje interesándote por sus trayectorias y hasta por sus gustos personales. Pero, el imaginarte recorriendo los salones del Museo del Prado en busca de Velásquez me hizo suspirar. Todo ello me mostró a una persona con una especial sensibilidad, con una pasión por lo que hace, con un respeto hacia el trabajo  y hacia la vida, con un deseo por aprender cada día más. Y el Amor, se desparramó en mí.

Y si algo faltaba para caer rendida, fue verte  en una entrevista de televisión dejando de lado las simplezas de farándula y señalando, en un perfecto español, la analogía entre dos imperios obcecados en su poder.

Ya no pude pensar más en ti sin regocijarme, sin que esta sensación de dicha aflorara y me abrazara; y sucumbí a un acto propio de una fan: volví a entrar en una de tus páginas virtuales para copiar una foto. Había muchas y pensé que esta búsqueda también resultaría infructuosa porque en todas representabas un personaje, hasta que encontré una que me pareció perfecta. Es un primer plano de tu rostro, estás con los ojos cerrados y en tus labios se  asoma una leve sonrisa. Me encanta esa foto porque al cerrar  los ojos  ya no interpretas a nadie, eres tu mismo y eres feliz. Es como si reflejara tu riqueza, tu tesoro, lo maravilloso de ti que está allí, en tu interior

Y soñando, hasta me puedo hacer la ilusión de que estás pensando en mí.

Todos mis besos,

Valentina

Publicado el 04/02/2007
admin
Caracas Venezuela
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