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Mi Doctor


Querido Doctor:

Te saludo con amor y te escribo porque quiero que sepas que ha sido una experiencia fascinante conocerte, pero no solo por el hecho de saber de ti, sino además por las sensaciones eróticas vividas por mí.

Desde aquella noche en que por primera vez te vi, ya casi como a las once. Cansada y hambrienta, esperando a un traumatólogo que me diera de alta y me dejara salir de aquella clínica. Apareciste tú justo cuando ya me iba, en contra de la voluntad del médico de guardia. Valió la pena esperar tanto tiempo. Tienes unas lindas manos, suaves y muy calienticas. Me encantó tu energía y me fascinó tu boca. Aunque no eres tan buenmozo, eres muy varonil y eso me derritió como mantequilla caliente. Ya no me quería ir, se me había olvidado el cansancio.

Creí que nunca más te vería, hasta cuando volví a tu consulta porque me dolía la pierna derecha y según tu diagnóstico tenía el nervio ciático inflamado. El solo pensar en volver a verte me inquietaba, estaba que salía corriendo de la sala de espera. Me llamaba a la serenidad y me reprendía con severidad, diciéndome una y otra vez: -Eres una mujer adulta, ¿qué pasa pues?-.

Tocó mi turno y entré a tu consultorio, sentía que mi cara iba a explotar, que los nervios delataban mi emoción. Conversamos…, pero mi impacto mayor se produjo cuando me indicaste: -“Quítate el pantalón y los zapatos, ponte la bata que está detrás de la puerta y espérame que ya voy”-. ¡Dios!. Me ibas a ver en pantaletas. Quedé totalmente fuera de base.

Sin embargo, confié en tu profesionalismo y en tu ética, porque en la mía ya no confiaba e hice lo que me pediste. El estar sola contigo en aquel pequeño cubículo fue toda una ensoñación, pues al tocarme con tus manos sentí que todo mi cuerpo era una gran palpitación.

Pero no fue todo, volví a tu consulta para que corrigieras el informe médico y pude darme cuenta por tus palabras, tus bromas y gestos, que había un cable pelado, que tú también sentías algo. Luego, al descubrir a través de los mensajes de texto, que con toda certeza yo también te gustaba; querido My Doctor, no te imaginas lo que sentí, la alegría desbordaba mi corazón como si fuera una catarata de felicidad.

Cada mensaje me excitaba, de tal forma que sentía que fallaba mi respiración, el estómago se revolvía en su jugo gástrico, las manos me sudaban, mi mente se bloqueaba y sólo pensaba en ti y en tus hermosas manos recorriendo mi cuerpo.
Tus llamadas me hacían delirar, tu voz era como un masaje a mis oídos, que en conexión directa con mi cerebro alborotaban mis hormonas.

No podía dormir, me despertaba agitada, me imaginaba besando tu boca y soñaba con hacernos el amor. Eras una gran tentación, como una torta de chocolate rellena de fresas y acompañada con helado de mantecado, frente a una persona que está a dieta.
Llegó el momento de nuestro primer beso, todavía está en la memoria de mi paladar el Sushi de aquella velada. Mis labios hinchados de deseo se unieron a los tuyos con toda la pasión y en un sublime sabor a miel. Pero fue duro darme cuenta, que sólo querías darle palo a la piñata.

Y no es que yo no quisiera. Pues sí, reconozco que me moría de ganas, pero la verdad no esperaba que pasara tan rápido. Algunas mujeres somos más complicadas, queremos sexo con sentimientos, el romanticismo y todo eso. Pero ahora, tal vez me arrepiento de no haber sido más débil, de no haber hecho lo que yo sentía, en lugar de hacer lo que mi mente decía.
De todas formas Gracias. Primero, porque se me desinflamó el nervio ciático, aunque no sé si solo fue el tratamiento o tus besos. Segundo, reafirmé que a mis treintitantos años mi cuerpo puede vibrar de emoción como cuando tenía 16. Y tercero, Gracias por entender y no lastimar mi buena voluntad.

Te juro por lo más sagrado que cuando nos volvamos a encontrar, no voy a evitar que nuestros cuerpos se amen. Porque no pienso morir sin antes sentirte…

Un besito para mi Doctor R.C.

Publicado el 16/02/2011
Arminda Paredes
Caraqueña de nacimiento, Licenciada en Administración de profesión y madre de una adolescente. Adoradora del Avila. Como Hobbie la lectura y la escritura. Creyente absoluta de que los sueños se cumplen y que Dios quiere que seamos felices.