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Tú y Ella


Tú llegaste un día precioso de un febrero añorado. Ella existe desde siempre y ha vivido conmigo, dejando huellas en mi almohada en noches, tardes y días, haciendo ver a cualquier otra como un inacabado.

Ella fue siempre la única a quien quise adorar. Tú cambiaste el nombre de los meses, los números de los años, entrando intempestiva en mi vida, haciendo todo un desastre, cambiando todo lo que había, iluminando rincones.

Tú eres una poesía y una historia sin fin. Ella escribiría poemas que me hicieran llorar, sabiendo qué palabras quería escuchar en cada momento, estremeciéndome sin hablar y hablándome con sus ojos.

Ella nunca me dio la cara cuando estaba a mi lado. Tú decidiste un amor en menos de diez segundos, rompiendo con tu picardía cualquier posible defensa, mostrándome, también sin hablar, que las miradas hablaban.

Tú pudiste abrir las puertas que cerró aquel octubre. Ella hubiera estado conmigo en todos esos momentos, hubiera decidido curarme, darme alivio y consuelo. Si hubiera podido acompañarme, no lo hubiera dudado.

Ella es la mujer perfecta, sus defectos me encantan. Tú me deshiciste barreras variando paradigmas. Tú pasaste por mi mente cuando no te sabía. Tú también me hubieras curado y dado alivio y consuelo.

Tú no imaginarías jamás cómo envolviste mi alma. Ella es hermosa, inteligente y decide siempre con fuerza, me entiende y vamos más allá de lo que nadie ha llegado, conjuga en su caminar mis sueños y mis deseos.

Ella sería única en el mundo, genial e incomparable. Tú eres bella, infinita, brillante, y es una suerte tenerte. No has dejado ningún espacio para que exista otra cosa; has hecho que comience a vivir, que todo valga la pena.

Tú eres de gustos exquisitos y exquisita en tu esencia. Ella escucharía a Rachmaninov, Concierto número dos, tendría todos los atributos de una obra de arte perfecta y sus piernas con la luz de mi cuarto serían una oda sublime.

Ella es la mujer de mis sueños, la conocí en un febrero, y ahora sabe que hablo de ella. Ella no existió jamás, hasta que la vi en tus ojos. A nadie hubiera creído palabra de ninguna advertencia. De que te iba a conocer a ti en febrero, de que eras la mujer de mis sueños.

Y tú eres ella. Siempre lo fuiste, cuando yo la ideaba, cuando yo te ideaba. Desbordaste todo lo que le pedí esperando iluso tenerte. Pude haber soñado toda una vida, y no habría llegado nunca a imaginarla tan abrumadoramente hermosa. A imaginarte.

No sabía cómo era tu piel, no sabía cómo era tu cara. No sabía cómo era tu voz cuando me acompañaste en octubre, desde lejos, sin saberlo, sin existir, sin conocernos. No sabía qué silueta era la tuya, la que tendría el sentido de mi vida.

Y tú eres ella. Siempre lo fuiste, cuando nos encontramos, cuando el destino se hizo casualidad. Siempre lo fuiste, siempre fue enero, y tú llegaste un día precioso de un febrero añorado. Y ahora existes desde siempre, y has vivido conmigo.

Publicado el 08/02/2012
Jonathan G Soler
Intelectual, lo suficiente como para saber que eso no significa tanto. Pasional, lo suficiente como para perder la cabeza por una mujer al ritmo de un tango de Gardel. Determinado, lo suficiente como para ir a ofrecerle mi cabeza a quien me hizo perderla. Y volver a perderla.