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A ti



A ti, que estás en algún lugar:



He decidido escribirte esta carta, creo que es importante explicarte algunas cosas antes de que decidas conocerme, así nos ahorramos desilusiones y algunas lágrimas en caso de que nada de lo que esté escrito en estas líneas te satisfaga.



Cuando me encuentres sabrás que soy yo porque llevaré zapatos de colores, no sabré nunca dónde están los pares de medias iguales, hablaré muy alto y haré muchas muecas, mientras camine a tu lado, posiblemente, tropezaré con algo y en el peor de los casos, me caeré. Por último, pero no menos importante, sabrás que soy yo porque cuando me hables te miraré tan profundamente a los ojos que te dejaré nervioso, tan nervioso que sabrás que me has encontrado.



Te garantizo que el tiempo que pasarás a mi lado no estará repleto de felicidad en su totalidad, te prometo discusiones y peleas, te garantizo que habrá momentos en los cuales odiaré tu sonrisa y tú no querrás verme bailar en la cocina mientras caliento en el microondas la comida del día anterior. Eso sí, en esos momentos siempre sabremos que el día de la reconciliación será el mejor de todos, porque no sabemos vivir sin nuestro “nosotros”.



Nuestra vida no será digna de salir en la portada de la ¡HOLA!, no tendremos hijos perfectos, un Mercedes Benz descapotable ni una casa en París. Probablemente vivamos en una casa en algún pueblito acogedor o en un apartamento pequeño en el centro de alguna ciudad con playa, nuestros hijos tendrán gustos raros para sus edades y las paredes de nuestra casa estarán pintadas a lo Pollock, porque así las pintamos cuando compramos el apartamento.



Te aseguro tardes de domingo divertidas. Bailaremos en la sala escuchando la primera canción que suene al encender la radio y cuando estemos cansados nos lanzaremos al piso a contar las grietas que tiene nuestro techo gracias a la filtración del apartamento de la vecina aburrida del piso de arriba. En algún momento decidirás hacerme cosquillas y terminaremos dándonos un beso como el del primer día.



En nuestra casa siempre habrá flores, porque me gustan, y en caso de que seas alérgico también tendré siempre una pastilla para ti.



Cuando salgamos y empiece a llover no esperes que me meta debajo del techito de alguna tienda llena de gente que hará lo mismo, te invitaré a volver a casa bajo la lluvia, al llegar, convertidos en dos pingüinos, nos amaremos el doble bajo una ducha caliente.



Antes de dormir no hablaremos de nuestros problemas en el trabajo, voy a querer que me leas, una vez más, el poema de aquel libro que te gusta desde que tienes 15.



Cuando seamos viejos nuestros nietos pensarán que estamos locos pero se reirán tanto a nuestro lado que siempre querrán estar con nosotros.



Y cuando me muera, antes que tú, estarás tranquilo porque sabrás que nuestra vida fue única, diferente, llena de problemas solucionados, bailes en la sala, libros viejos, tardes de película, peleas que terminaron con besos y gripes curadas con caldos de pollo y amor. Cruzarás la calle, llegarás a la orilla y  lanzarás mis cenizas al mar con la seguridad que no podrías haber tenido una vida mejor compartida.



Ahora que ya lo sabes, si estás dispuesto, bienvenido. Posiblemente seas tú el gran amor de mi vida.



Publicado el 04/02/2013