Es difícil, escribir una carta de amor y ¡mas por interés!. Me delataría!.¿En qué o en quién puedo inspirarme para ganarme ese boleto? ¿al menos esa botellita de champagne? O cualquier detallito que me haga olvidar mi mala suerte en eso de ganarse algo con talento propio?. Me imagino a mi misma en esas tablas del trasnocho, tartamudeando mientras trato de leer una cartica cursi. Encima, revisando al bagaje de cartas anteriores observo que no me dejan ni un motivo azul para dármelas de original.
Si escribo una carta de amor a mi actual amante se me caería el tinglado y me quedaría sin la rentíca con la que me ayudo a pagar la “pieza”, como dice el tango. Así que sobre ti mi querido Roberto, no puedo escribir. Sin embargo, déjame aprovechar para decirte que no lo haces tan mal, estoy segura de que me quieres, como dices, pero mas quieres esa quinta en la lagunita, así el hastío sea tu mejor compañera.
Si escribo sobre mi madre y gano no podré leer la carta en público porque lloro al recordarla y parece que es una condición si ne qua non pararse ahí y leer y leer para que te entreguen el boleto. Así que sobre ti, querida Nelly tampoco puedo escribir. Aunque déjame decirte que fuiste el cabo que amarró este barco a la vida. Cualquier intento de agradecerte la amasada de este barro se quedaría corto. Agradecerte y recordarte nunca sería suficiente. Nunca diré “donde seas que estés” porque sé que estas aquí, en mi primera fila.
¿Amor al padre?, más que trillado. Ni lo intento. Todos han escrito poemas y hasta tratados sobre el padre perfecto. Además, sobran los padres: el padre del psicoanálisis, el de la patria, la electricidad y hasta el padre Nostrum. Así que del padre tampoco será. Aunque el mío si sea el padre perfecto no diré nada para no caer en dudas innecesarias. Por cierto Hernán, nunca olvidaré aquel jalón de orejas que me enseño a, respetar al prójimo, no sabes cuanto agradezco la lección que me ha permitido caminar tantas Leguas con amigos en todos los bandos.
Pensé en mis hijos, pero ellos se morirían de la vergüenza de que su madre ande por ahí escribiendo cartas de amor para ver si aunque sea así conoce Paris; Pero si gano juren que el otro boleto si lo van a querer, así que mejor hagan ellos el esfuerzo de escribir sus propias cursilerías. Sin embargo buena esta para decirles, que a través de ellos me siento sembrada en la vida, atada de ombligo y orgullosa no de ser su madre sino presenciar tanto amor solo por ser madre.
¿Y si se la dedico al colegio? ¡ No sería mala idea!, una le tiene amor al colegio por aquello del amor intravenoso que llaman, a los maestros, los himnos, las banderas, el , el primer novio, las materias raspadas, las escapadas y el deseo supremo de terminar rápido con ese vía crucis para dejarte de poner las medias “Mariselita”. Pero ahora que lo menciono, me sirve para recordar que nada añoro mas que esos días en que lo prioritario era llegar primero a la cantina por si se acababan las empanadas, cantar el himno temprano, esperar que la escogieran a uno para los actos de fin de curso y que el uniforme era sinónimo de pertenencia al mejor grupo del universo, aunque el universo midiera 20 manzanas.
Sobre los amigos debe estar saturado el buzón del concurso, además, no seré original justo en el mes del amor, aunque te detesten a partir de Marzo. Yo espero que nadie me envíe esas rosas caras, ni me pasen cadenitas para el MSN que me saturan la memoria: acepto chocolates por aquello de disimular y no ser tan antisociable. No escribiré sobre los amigos, eso se los dejo a “JOE” que se inspiró escribiendo mi canción favorita. Aunque con nostalgia recuerde que mis amigas y yo hemos cultivado juntas eso de ser hermanas sin compartir el ADN, usar la minifalda, de Mary Quant, las arrugas y las ganas de hacernos la cirugía.
¿Que tal escribirle una carta de amor a mi trabajo? Entonces no faltaría quien me llama- por la medida chiquita- ¡”Jalamecate”!. ¿Cómo explicarle a mi jefe que me pague las vacaciones que me debe? Hasta ahora no ha encontrado otra bolsa que haga el trabajo de ¡cuatro!. Por lo demás, no debería saber que me fui a Paris, en todo caso desde allá le envío la ¡renuncia! ¡Cualquier cosa hago yo en Paris! Con tal de probar esos 364 quesos que los galos mientan fabricar. Pero… ya que lo menciono: llevo 30 años en este oficio de madrugadas con fiebre o muchachos enfermos con tal de no fallarle, si le robo un día por flojera ciento que la quincena no me la he ganado como Díos manda. Nada como mi puesto de trabajo y conservarlo con cariño, todo gracias a la enseñanza que te da el hacer y crecer con la misma empresa que te entrevistó recién salidita de la universidad,
¿De amor a Venezuela? ¡ni se me ocurre! Y menos ahora que todos dicen, quererla hasta los tuétanos, ¡Que si los de arriba! ¡Que si los de Abajo!, que si yo escribo un libro, que si me rajo por ella, en fin. ¡ Esos 912.050 nunca habían sido tan queridos! En nombre del amor a la patria… así que yo no sería nada original haciéndolos creer aquí que la quiero más que cualquiera. Pero valga este huequito para pensar que si yo me llego a morir me gustaría ser la Pecho Implante Venezolana. Sin embargo ¿Uno quiere a su país porque nace aquí? Si es así, entonces no se hace ningún esfuerzo ni se tiene ningún mérito, hay que hacer por ella, hacerlo bien y hacer lo máximo. Difícil es amar algo que no vino con uno y sin embargo a uno le da la gana de amar.
En fin, me pregunto ¿De qué será bueno escribir para generarse ese boleto? ¿Qué puedo decir mejor que los demás sobre el bendito amor? No sé como escribir sobre el amor pero “Paris bien vale una misa” y, hasta un intento.