Cuerpo mío:
Me he comido las uñas de la mano izquierda. La levanto y me doy cuenta de que duelen los dedos, me miro al espejo y te invito a hacer ejercicio pero no encuentro respuesta. Eres necio, traicionero, vulnerable y vagabundo y como serás mi compañero hasta que la muerte nos separe hoy debo escribirte para sellar lo nuestro.
Te hablo yo, la que vive dentro de ti, agradecida, emocionada y resignada a tenerte. La verdad es que supe que algo andaba mal entre nosotros cuando no gané el Miss Venezuela, pero entonces no sabía que nunca podría cambiarte. Te recuerdo la vergüenza que me hiciste pasar con el primer desfile en bikini y fue a la fuerza que entendí que solo te gustaba el traje de baño entero.
Te reprocho los pelos en las piernas, las axilas manchadas, la acidez constante, los dolores de estómago, las palpitaciones y el suplicio de la regla mes a mes. Ni hablar de las alergias y los ataques de asma que por tu culpa tuve que atravesar en mi niñez.
He luchado por hacerte diferente pero tú no lo has permitido, por eso admiro tu firmeza y determinación. En realidad te odio y te quiero porque has sido bueno y malo a la vez. Nadie como yo sabe que hambriento eres capaz de cualquier cosa, doblegas mi voluntad para comerte lo primero que encuentras y luego te desparramas sin importarte que yo cargue con la culpa y tú con los kilos demás.
Te agradezco el rostro, el cabello hermoso y por el vientre plano que tuve alguna vez, por hacerme lucir el vestido negro más bonito de aquella noche que sólo tú y yo recordaremos, por aceptarme como soy, por dar a luz a mis hijos en partos normales pues no requería cesárea. Te ofrezco mis disculpas por lo de la mamoplastia reductora, pensé que sería por tu bien y te hice un daño irreparable, pero entenderás que el by pass gástrico fue la mejor decisión porque ya no me aguantaba más las dietas.
En otros asuntos no tengo queja alguna de tu actuación. Siempre te acoplas a los vaivenes del deseo porque lo tuyo es pasión, dejando para mí el rollo de los sentimientos y la razón. Hemos vivido momentos increíbles, queridos o no, sentidos o no y tú siempre has estado allí para mí.
Envejeces con orgullo mientras yo me regodeo en la experiencia y la reflexión. Veo como el paso de los años te deteriora y a mi me fortalece. Es un placer habitarte y como sé que algún día tendré que abandonarte, si ya estás viejo o tendido en una cama o como quiera que lo de morirnos tenga que acontecer, sabrás que siempre has sido “mi” cuerpo, solo mío y de nadie más.
Con todo mi amor,
Yo
Me he comido las uñas de la mano izquierda. La levanto y me doy cuenta de que duelen los dedos, me miro al espejo y te invito a hacer ejercicio pero no encuentro respuesta. Eres necio, traicionero, vulnerable y vagabundo y como serás mi compañero hasta que la muerte nos separe hoy debo escribirte para sellar lo nuestro.
Te hablo yo, la que vive dentro de ti, agradecida, emocionada y resignada a tenerte. La verdad es que supe que algo andaba mal entre nosotros cuando no gané el Miss Venezuela, pero entonces no sabía que nunca podría cambiarte. Te recuerdo la vergüenza que me hiciste pasar con el primer desfile en bikini y fue a la fuerza que entendí que solo te gustaba el traje de baño entero.
Te reprocho los pelos en las piernas, las axilas manchadas, la acidez constante, los dolores de estómago, las palpitaciones y el suplicio de la regla mes a mes. Ni hablar de las alergias y los ataques de asma que por tu culpa tuve que atravesar en mi niñez.
He luchado por hacerte diferente pero tú no lo has permitido, por eso admiro tu firmeza y determinación. En realidad te odio y te quiero porque has sido bueno y malo a la vez. Nadie como yo sabe que hambriento eres capaz de cualquier cosa, doblegas mi voluntad para comerte lo primero que encuentras y luego te desparramas sin importarte que yo cargue con la culpa y tú con los kilos demás.
Te agradezco el rostro, el cabello hermoso y por el vientre plano que tuve alguna vez, por hacerme lucir el vestido negro más bonito de aquella noche que sólo tú y yo recordaremos, por aceptarme como soy, por dar a luz a mis hijos en partos normales pues no requería cesárea. Te ofrezco mis disculpas por lo de la mamoplastia reductora, pensé que sería por tu bien y te hice un daño irreparable, pero entenderás que el by pass gástrico fue la mejor decisión porque ya no me aguantaba más las dietas.
En otros asuntos no tengo queja alguna de tu actuación. Siempre te acoplas a los vaivenes del deseo porque lo tuyo es pasión, dejando para mí el rollo de los sentimientos y la razón. Hemos vivido momentos increíbles, queridos o no, sentidos o no y tú siempre has estado allí para mí.
Envejeces con orgullo mientras yo me regodeo en la experiencia y la reflexión. Veo como el paso de los años te deteriora y a mi me fortalece. Es un placer habitarte y como sé que algún día tendré que abandonarte, si ya estás viejo o tendido en una cama o como quiera que lo de morirnos tenga que acontecer, sabrás que siempre has sido “mi” cuerpo, solo mío y de nadie más.
Con todo mi amor,
Yo
Publicado el 02/02/2009
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Betsy Balestrini P.