Tamaño de la letra Tamaño de la letra

Gracias al ‘positivo’


Gracias al ‘positivo’

Yo aún no lo entendía, estaba muy pequeña y no sabía que años después pensaría que eras el mejor regalo que la vida me había dado. Sin ni siquiera verte, imaginaba que cuando pudiera, serias un completo fastidio. Me robarías mi corona, la misma que mi papá me había otorgado junto al título de princesa. ¡Ay! Es que todavía me acuerdo de ver a mi mamá bajando por las escaleras, cubiertas con alfombrado rojo, de la casa de nuestra abuela paterna. Aunque no recuerdo que iba diciendo, aún tengo la imagen del sobre en su mano y una emoción que inmediatamente me dio a entender que en nueve meses tendría compañía. Eso fue nada comparado con la bomba, peor que la de Hiroshima, que explotó en mi estómago cuando escuché a una doctora exclamar que era una niña.

Ahora sí, me quitaron el puesto- dije, y mi cara (según mi mamá) cambió en cuestión de segundos. Creo que yo guardaba la esperanza de que fueras niño y así no tendría que compartir mi ropa, mis zapatos, mis muñecas, mi cuarto y todo lo que para ese entonces era importante en mi vida, sobretodo mis papás, pero eso ya no podría evitarlo. Ni modo, tuve que aceptarlo.

Empezaron los meses… y yo me fui emocionando, tal vez corría con la suerte de que no serias fastidiosa, no lloraras tanto y nacieras bonita como yo. Llegó la hora de buscarte un nombre, fue emocionante (tengo que admitirlo) aunque un poco tétrico tomando en cuenta que mi mamá me dejó escoger lo que sería tu segundo nombre y yo, sin pensarlo mucho, te quise poner ‘Alejandra’; era el nombre en una novela de una muchacha que estaba a punto de suicidarse, pero no crean que lo escogí por eso, ella me parecía muy bonita (y den gracias a dios que no veía ‘todo por tu amor’ y no le puse Amaranta).

¡Llego el día, naciste!

Me recuerdo en el carro con mi papá llegando al edificio donde aún vive mi abuela y tengo su imagen grabada, atolondrado gritándole a mis abuelos desde el estacionamiento, como si eso fuera un partido de futbol, aunque para él, seguro eso fue más emocionante que el once de abril de hace unos años. Te cuento que ellos no le creían porque él solía llamar por teléfono diciendo que ibas a nacer y luego se reía porque todo había sido un “mal” chiste. Esta vez era verdad, tú naciste y de pronto en ese momento creo que me olvidé de todo lo que te acabo de contar, mis celos desaparecieron aunque creo que era porque mi papá me compraba más juguetes de lo normal para que yo no pensara que se habían olvidado de mí y me dejó bien claro que tú eras la princesa y yo había pasado a ser la reina por ser mayor (siempre supe que yo seguía siendo princesa porque mi mama era la reina pero que importa, ahora éramos dos herederas por igual).

Mira Gabriela, tengo que confesarte que tuve que compartir mi cuarto pero yo me metía en tu cuna, tuve que compartir mis muñecas pero ya no me aburría jugando sola, tuve que jugar contigo pero ahora yo siempre era la maestra, tuve que aguantarte en el carro pero ahora yo iba adelante, tuve que hacer de tu muñeca pero ahora tenía estilista gratis, tuvimos que pelearnos y hasta halarnos el cabello pero, como tú tienes más fuerza que yo, siempre te regañaban a ti. Tuve que hacer tantas cosas… pero ahora considero que fueron altamente divertidas.

Han pasado quince años…  Hace mucho que pedimos que nos hicieran cuartos separados y ahora que los tenemos, dormimos en el mismo cuarto todas las noches. Ahora no me molesta que seas una princesa, de hecho creo que te llamo así tantas veces que te avergüenzo. Ahora estoy pendiente de si la camisa nueva que te compraste me queda y me enfurece que calces más que yo porque no puedo usar los zapatos que compras con tu excepcional vanguardismo, porque eres tan fashionista como yo (dios me escuchó). Creo que si mi mamá no hubiese bajado esas escaleras con ese sobre yo habría muerto de soledad el resto de mis noches de insomnio donde ahora, trato de hacer ruido disimuladamente para que te despiertes y me acompañes.

Comienzo a pensar que es cierto cuando dicen que todo lo que pasa es lo mejor y más adelante sucederá algo que te lo explicará; hace años quise irme a estudiar a otra ciudad y no me fui porque no sabría cómo haría para empezar a dormir sola, ver televisión y no gritar “Gabrielaaaa ven a ver estoooo”, llamarte solo para que me apagaras la luz del cuarto o para enterarme de cuantos divorcios tiene Madonna y quien será el próximo ex novio de Paris Hilton sin tener que prender el televisor, así que me quedé y estudié ésta carrera que me enseñó a redactar lo suficiente para escribirte esta carta y compartirla con mucha gente. Después de todo, en vez de fastidiosa naciste útil, en vez de llorona naciste regia y hasta mejores labios y cabello que yo tienes.

Ahora y siempre tendré infinitas cosas que agradecerle al ‘positivo’ que seguramente iba escrito en el papel de aquel sobre.

Publicado el 02/02/2010
Andrea Gímenez
Soy hija, hermana, nieta, modelo, animadora, estudiante de comunicación y me gusta todo lo que sea un medio de expresión. Pero mi mejor trabajo es ser feliz, dejando ser feliz.