…horas de despacho del día de hoy, 14 de febrero de cualquier año desde que la vi por primera vez, comparece tonto, alucinado y absurdamente enamorado el Abogado Cayetano Montes, Venezolano, mayor de edad, civilmente hábil pero no exactamente muy cuerdo en este momento, quién de seguidas expone: “ Aquí estoy sentado, rígido, en un mesón rodeado de colegas, entre escritos, corbatas, demandas e hipotecas, haciendo tiempo con cara de perfil de moneda, esperando que ella salga en algún momento de su Oficina, pendiente yo de robar una mirada de esos ojos más verdes que una esmeralda, atento al posible saludo formal de esa rotunda prueba viviente de que la expresión piel de suave porcelana no es una simple frase hecha, garabateando estas líneas, sin poderme concentrar en el caso que estoy atendiendo, decidido a dejar atrás mi alta reputación de Abogado serio; ahora convicto y confeso en un sentimiento que ya no puedo ni quiero ocultar, dispuesto a implementar un plan que tiene solo dos pasos; antes y después. Estas mismas líneas, ya lo veo y me la juego, las presentaré ante ella con el expediente del caso en la mano, ella prohibida de confraternizar con los litigantes, pero formalmente atenta conmigo en mi doble condición de Apoderado y antiguo compañero de acercamientos accidentales en el cafetín de la Universidad.
-¿Puedo conversar con usted un minuto?- diré con el más profesional de los acentos y ella responderá como siempre:
- Usted lo dijo doctor; un minuto, ya lo atiendo-.
La puerta del despacho se abre, entro, nos sentamos, ella en su sillón oficial y yo en mi roída silla de visitante. Después de intercambiar cuatro frases huecas ella viendo mi cartapacio de papeles y yo viéndola a ella, le muestro esta diligencia, posible pasaporte al retiro profesional, virtual candidato para un arresto por falta de respeto a la autoridad, Abogado Sénior con pretensiones adolescentes; Yo Cayetano Montes, aquí y ahora, sin más pretensiones que la de ejercer conjuntamente nuestro temporal amor eterno, declaro ante ti, bajo fe de juramento, mi total enamoramiento y mi incuestionable disposición para quemar códigos y leyes que solo servirán para darle calor a nuestro merecido hogar de retiro, en prueba de lo cual firmo, sello, beso y comunico esta indubitada declaración de amor. No termina aquí, se leyó y conformes aceptan.-
La Ex Jueza.,
El Abogado retirado.,
-¿Puedo conversar con usted un minuto?- diré con el más profesional de los acentos y ella responderá como siempre:
- Usted lo dijo doctor; un minuto, ya lo atiendo-.
La puerta del despacho se abre, entro, nos sentamos, ella en su sillón oficial y yo en mi roída silla de visitante. Después de intercambiar cuatro frases huecas ella viendo mi cartapacio de papeles y yo viéndola a ella, le muestro esta diligencia, posible pasaporte al retiro profesional, virtual candidato para un arresto por falta de respeto a la autoridad, Abogado Sénior con pretensiones adolescentes; Yo Cayetano Montes, aquí y ahora, sin más pretensiones que la de ejercer conjuntamente nuestro temporal amor eterno, declaro ante ti, bajo fe de juramento, mi total enamoramiento y mi incuestionable disposición para quemar códigos y leyes que solo servirán para darle calor a nuestro merecido hogar de retiro, en prueba de lo cual firmo, sello, beso y comunico esta indubitada declaración de amor. No termina aquí, se leyó y conformes aceptan.-
La Ex Jueza.,
El Abogado retirado.,
Publicado el 03/02/2010
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Dijo una vez la cantante María Betania: "Las Cartas de Amor, si hay amor, siempre son ridículas" o sea, el fondo musical María Betania y la escena: un escritorio, ella sentada atendiendo y el sentado, visitante, exponiendo su caso.