LOBO(A) Canis lupus signatus: Nombre común de diversos mamíferos carnívoros cánidos de pelaje gris oscuro cabeza aguda orejas tiesas mandíbula fuerte y cola larga con mucho pelo.
La Loba (famosa por las Chicas del Can), la sinvergüenza, la de cascos ligeros, la depredadora, indomable, malquerida por esposas, temida por novias y bien recibida entre hombres que como tú, que buscan un escape a la monotonía del trillado misionero.
Te cuento que si la gente se sentara a hablar con las señoritas licántropas entenderían que en muchas ocasiones no somos nosotras las malas de la partida. Nosotras también sentimos; bajo nuestro “pelaje oscuro y pardo” hay mucho más que ninfomanía e indiferencia. Las lobas también somos capaces de amar. Y me incluyo en la categoría porque sin pena y con mucha gloria he desempeñado el rol de aquella carnívora insaciable que espera la noche para desplegar mis garras sobre tu espalda.
Contigo hice muchas cosas, conocí lo hermoso de nuestra carrera. Me llenaste de infinita paciencia, me fortalecí, deje de fumar, le agarre un gustico al eugenol que ni te imaginas y sobre todo tuve que aprender a vivir cada momento contigo como si fuera el único que tuviera.
Perfeccioné infinitas artes amatorias y aprendí cosas que no le enseñan a ninguna niña de casa, memoricé tu cuerpo, tus lunares y me hice veterana en tus indecencias favoritas solo para conservar tu devoción esporádica… Solo para poder tenerte un ratito más a mi lado y disminuirme un poco la inminencia de tu partida.
Aun con la inocencia en el corazón construí demasiadas ilusiones, viajes juntos a la playa y cenas románticas con desayunos incluidos, tardes de lluvia juntos y besos interminables; me inventé encuentros y una que otra fantasía de tu agrado, cada minuto era incomparable al anterior: Me propuse ser la Novia perfecta, aquella que pudieras pavonear delante de tus amigos y de la cual sentirte orgulloso, la mejor amiga de tu secretaria (POR SI ACASO), la ama de casa (aunque no supiera cocinar), la nuera perfecta, la cuñada predilecta, la dama y la puta, todo en el mismo paquete. Pensé que era cuestión de tiempo.
Pero el tiempo pasaba y empecé a intuir con mi instinto de loba que algo estaba cambiando, ya no me mirabas a los ojos, no nos veíamos con frecuencia, el vacío que existía fue ocupado por un muro de Berlín imposible de escalar el cual desaparecía cuando nos revolcamos juntos en la cama: siempre te sobró la pasión pero nunca la palabras. Las palabras las espantas como moscas inútiles pegajosas indeseadas, y la realidad como siempre llega a mi vereda, sin tu intervención, sin derecho a mis excusas sin derecho a tus explicaciones, sin derecho a nada!
Tras años de auto castigo e hipocresía ya no me quedan dudas; siempre al margen de tu vida sin poder obtener pasaporte de entrada descubrí que soy una loba de mandíbula fuerte. La transición fue dolorosa y sin lugar para delicadezas, fue como arrancar a milímetros una curita bien adherida a la piel, como el sabor avinagrado de un jugo rancio en la boca, como abrazar una bola de alambre de púas, como la Naranja Mecánica de Stanley Kubrick: caer de un piso 4 y sobrevivir para contar la historia.
Todos los días te amé, no solo los de luna llena y sexo.
Te amé con mis dientes afilados, con mi hocico y mi nariz húmeda, con mi pelaje gris y hasta con el disfraz de colegiala que sé que te vuelve loco.
Te amé para quedarme contigo después del sexo interminable.
Te amé en futuro y en pasado pretérito, sin esperar momentos precisos ni oportunidades.
Te amé justo como eres, con todos tus triunfos y tus imperfecciones.
Te amé como solo las lobas sabemos amar: sin ataduras, con descaro, apasionadamente y de manera insaciable.
Te amé con ronquidos incluidos (aunque no me dejaran dormir), te amé con tus fantasías perversas y aunque amarte significara mi desdicha y mi muerte interior.
¿Qué hacen las Lobas cuando se descubren enamoradas?, sangrar por la herida recien abierta, despedazar y volver añicos ese sentimiento, eventualmente deja de doler aunque se muera una en el frenesí de violencia auto infligida.
¿Dime dónde escondemos la vergüenza que se siente cuando el engaño se tropieza de frente con la ilusión moribunda? ¿Dime cómo acompañamos hasta el cementerio de lo intangible el cadáver del sueño mientras calzamos stiletos y la boca pintada de rojo?. Finalmente el amor muere famélico y olvidado. No existe dolor más grande que ir matando una a una las ilusiones, desmembrarlas y esconder los huesos en el lado más oscuro e infértil de la mente… Sueño y amo como una Loba.
La Loba (famosa por las Chicas del Can), la sinvergüenza, la de cascos ligeros, la depredadora, indomable, malquerida por esposas, temida por novias y bien recibida entre hombres que como tú, que buscan un escape a la monotonía del trillado misionero.
Te cuento que si la gente se sentara a hablar con las señoritas licántropas entenderían que en muchas ocasiones no somos nosotras las malas de la partida. Nosotras también sentimos; bajo nuestro “pelaje oscuro y pardo” hay mucho más que ninfomanía e indiferencia. Las lobas también somos capaces de amar. Y me incluyo en la categoría porque sin pena y con mucha gloria he desempeñado el rol de aquella carnívora insaciable que espera la noche para desplegar mis garras sobre tu espalda.
Contigo hice muchas cosas, conocí lo hermoso de nuestra carrera. Me llenaste de infinita paciencia, me fortalecí, deje de fumar, le agarre un gustico al eugenol que ni te imaginas y sobre todo tuve que aprender a vivir cada momento contigo como si fuera el único que tuviera.
Perfeccioné infinitas artes amatorias y aprendí cosas que no le enseñan a ninguna niña de casa, memoricé tu cuerpo, tus lunares y me hice veterana en tus indecencias favoritas solo para conservar tu devoción esporádica… Solo para poder tenerte un ratito más a mi lado y disminuirme un poco la inminencia de tu partida.
Aun con la inocencia en el corazón construí demasiadas ilusiones, viajes juntos a la playa y cenas románticas con desayunos incluidos, tardes de lluvia juntos y besos interminables; me inventé encuentros y una que otra fantasía de tu agrado, cada minuto era incomparable al anterior: Me propuse ser la Novia perfecta, aquella que pudieras pavonear delante de tus amigos y de la cual sentirte orgulloso, la mejor amiga de tu secretaria (POR SI ACASO), la ama de casa (aunque no supiera cocinar), la nuera perfecta, la cuñada predilecta, la dama y la puta, todo en el mismo paquete. Pensé que era cuestión de tiempo.
Pero el tiempo pasaba y empecé a intuir con mi instinto de loba que algo estaba cambiando, ya no me mirabas a los ojos, no nos veíamos con frecuencia, el vacío que existía fue ocupado por un muro de Berlín imposible de escalar el cual desaparecía cuando nos revolcamos juntos en la cama: siempre te sobró la pasión pero nunca la palabras. Las palabras las espantas como moscas inútiles pegajosas indeseadas, y la realidad como siempre llega a mi vereda, sin tu intervención, sin derecho a mis excusas sin derecho a tus explicaciones, sin derecho a nada!
Tras años de auto castigo e hipocresía ya no me quedan dudas; siempre al margen de tu vida sin poder obtener pasaporte de entrada descubrí que soy una loba de mandíbula fuerte. La transición fue dolorosa y sin lugar para delicadezas, fue como arrancar a milímetros una curita bien adherida a la piel, como el sabor avinagrado de un jugo rancio en la boca, como abrazar una bola de alambre de púas, como la Naranja Mecánica de Stanley Kubrick: caer de un piso 4 y sobrevivir para contar la historia.
Todos los días te amé, no solo los de luna llena y sexo.
Te amé con mis dientes afilados, con mi hocico y mi nariz húmeda, con mi pelaje gris y hasta con el disfraz de colegiala que sé que te vuelve loco.
Te amé para quedarme contigo después del sexo interminable.
Te amé en futuro y en pasado pretérito, sin esperar momentos precisos ni oportunidades.
Te amé justo como eres, con todos tus triunfos y tus imperfecciones.
Te amé como solo las lobas sabemos amar: sin ataduras, con descaro, apasionadamente y de manera insaciable.
Te amé con ronquidos incluidos (aunque no me dejaran dormir), te amé con tus fantasías perversas y aunque amarte significara mi desdicha y mi muerte interior.
¿Qué hacen las Lobas cuando se descubren enamoradas?, sangrar por la herida recien abierta, despedazar y volver añicos ese sentimiento, eventualmente deja de doler aunque se muera una en el frenesí de violencia auto infligida.
¿Dime dónde escondemos la vergüenza que se siente cuando el engaño se tropieza de frente con la ilusión moribunda? ¿Dime cómo acompañamos hasta el cementerio de lo intangible el cadáver del sueño mientras calzamos stiletos y la boca pintada de rojo?. Finalmente el amor muere famélico y olvidado. No existe dolor más grande que ir matando una a una las ilusiones, desmembrarlas y esconder los huesos en el lado más oscuro e infértil de la mente… Sueño y amo como una Loba.
Publicado el 24/02/2011
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Soñadora, ilusa, terca, romántica, perfeccionista.