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Para Juan desde este lado del arcoiris


Si la vida me concediera un deseo, desearía llegar a casa y encontrarme el rastro de las boronas de caucho de la cancha de futsal donde ibas a jugar en toda la entrada del apartamento. Escuchar tu voz cantando cualquier canción y después la pregunta: “¿sabes quién canta eso y de qué año es?”, solo para darte el gusto de responderla tú mismo. Un chiste malo estaría bien también, un abrazo y un beso; una conversación tuya con Indiana acerca de las cosas que decía “la señora fastidiosa”; la canción de Baloo para Gabriela; un “muñequito” más hecho en escala 1:44; unos zapatos atravesados en el cuarto en la mitad de la noche; despertarme por los ronquidos o que alguien me pregunté: “¿qué pasó?”, como si el mundo se estuviera cayendo solo porque me levanté a ir al baño; un domingo más en la Simón para acompañarte a un juego de futsal; una medalla del portero menos goleado; una tarde más en casa de José Luis o de Massuet para ver la final de la Champions; la puerta del carro abierta cuando me voy a subir en la mañana; despertarte suavecito haciéndote cariño en los pies; nuestro último almuerzo de aniversario de bodas (que la pasamos fatal, ¿te acuerdas?); una matica de cariaquito amarillo horrorosa que tenía en la sala; un franela anaranjada de Holanda; un juego de los Yankees; la película Avatar en mi sala por enésima vez; la versión de Israel Kamakawiwo’ole de “Over The Rainbow” sonando desde la guarida; unos dibujos de Mickey Mouse para Gabriela en un restaurante, o tal vez un cuento con “efectos especiales” para los niños antes de dormir; que hubieras visto a Andrés caminar; un pollo a la mostaza que ”¡te quedó buenísimo!”; una llamada por teléfono y al contestar escuchar “Amor…” con esa voz; tu olor en mi almohada. Pura cotidianidad pero pura felicidad. Hace un año que no tengo nada de eso. Hace un año que te añoro todo el tiempo. Nuestra vida ha cambiado mucho, pero siempre estás presente. Felicidad se escribe de otra manera en mi vida y, sin duda, se llama Gabriela y Andrés. A lo mejor me quejo mucho, pero si me concedieran un deseo sin lugar a dudas en ese deseo estarías tú. Sin lugar a dudas, felicidad también significarías tú. Un ratico más contigo me hubiera encantado.

Como siempre, te extraño mucho y te amo más.

Desde este lado del arcoiris.

Publicado el 14/03/2017
Marisela González
Caracas Venezuela
Venezolana nacida en Caracas, mamá de dos chiquitines tremendos, Gabriela y Andrés, que llenan mi vida de risa, emociones,esperanza, bastante trabajo... y algunas preocupaciones. Soy Ingeniero de Computación dedicada a la Gerencia de Proyectos de Consultoría para el sector financiero. Cantante en mi carro... y como algunos me dicen "Mom Idol" para mis dos pequeños. Luchadora constante  siempre en la búsqueda de crecimiento y evolución. Bailarina irremediable hasta que la música pare y echada pa´lante como decimos en este país. Novia eterna de Juan... aunque por ahí dicen que soy su viuda... siempre abierta a lo que la vida me depare.